Fue Atequiza prácticamente la cuna de la cinematografía de México, y se sigue reforzando la teoría de que esta localidad tiene gran importancia para el desarrollo nacional desde hace muchos siglos.

 

En noviembre de 1896, Manuel Cuesta Gallardo y Lorenzo “El Chato” Elizaga, invitaron al francés Gabriel Veyre y su socio, Claude Fernand Bom Bernard , a Atequiza; aquí grabaron ocho vistas cinematográficas de escenas comunes en la hacienda que fueron distribuidas por todo Europa y otras partes del mundo por la compañía Lumiere. Bajo la consigna de Louis Lumiere de obtener imágenes que reflejaran la vida de los países visitados, bon Bernard (junto con Veyre) encontró en Atequiza las costumbres, vestimentas y paisajes más representativos de la provincia mexicana ante ojos extranjeros.

 

Se estrenan en Guadalajara el 12 de noviembre de 1896, tres días antes de finalizar la temporada del cinematógrafo. En los periódicos se lee que fueron “Mágicos cuadros de costumbres campestres” y que se exhibieron con el titulo de Lazadores y jineteadores de Atequiza. Prácticamente todas las vistas mexicanas fueron vendidas por los Lumiere a muchos exhibidores alrededor del mundo en los años siguientes.